A veces las ideas vienen solas y otras surgen de situaciones inesperadas. A veces son pensamientos involuntarios que no sabes de donde vienen. Y otras veces provienen de una idea absurda y esa idea surge de una imagen.

Hace unos días tuve dos lapsus que me han llevado a estas reflexiones de hoy. El primero fue entrando en el supermercado a mediodía. Hacía un día espléndido y brillante, así que llevaba las gafas de sol puestas. Al entrar en el super la luminosidad bajó a tal punto que decidí quitarme las gafas, pero en vez de eso, lo que me quité fue la mascarilla (no se alarmen, tras reírme de mí subsané la confusión en unos segundos). El segundo lapsus me ocurrió en casa, al prepararme para salir a la calle, en vez de coger la mascarilla negra cogí un antifaz como el que se usa en los viajes para  poder dormir con luz y me di cuenta al ponérmelo (risas y error también subsanado a tiempo). Seguramente pueden ser cosas de la edad, o no, pero más allá de ello, me dio pie a hacer una secuencia de imágenes y de ahí a la reflexión que sigue.

Antes que nada quiero dejar claro que la secuencia es un aviso y no un vaticinio pesimista (como el aviso de una señal de tráfico que pretende hacernos conscientes del posible peligro). Lo único que pretendo con ella es dar un toque de atención y sinceramente, aunque me expongo a ser enjuiciado como negacionísta, conspiranóico, o disidente, no por ello voy a silenciar mi expresión porque siento que todo esto que estamos viviendo nos está calando y mucho a todos. El que más y el que menos ya ha tomado partido a favor o en contra de las versiones oficiales sobre el bichito de marras, sobre la sanidad y sobre su salud, pero mi reflexión no va por ahí. Me refiero a que seamos de los “pro”, de los “contra”, o de los “no sabe, no contesta”, estamos todos en la olla de la rana, con la rana, y poco a poco la temperatura del agua va subiendo, nos demos cuenta o no que nos estamos despellejando (el despelleje a veces llega a ser patente con la polarización social cada vez más aguda y profunda). Y el cuerpo va tolerando y va integrando la situación; y vamos incorporando conductas y reacciones a base de repetirlas, quizás por miedo: al bicho, al qué dirán, por preocupación, por respeto o simplemente por no complicarnos la vida. Desde el mes de Marzo esto ha ido calando poco a poco, sutilmente, como quien no quiere la cosa, incluso para los que creen estar impermeleabilizados.

Mantener la conciencia alerta para no ser absorbidos por esta energía tan pegajosa no es tarea fácil y ahora más que nunca es cuestión de supervivencia recurrir al silencio, a desconectar esa apisonadora mental conformada por los medios de monoinformación, a conectar con nuestro cuerpo, con nuestras sensaciones, percepciones, emociones, impulsos y pensamientos. Para ello entrenar la atención plena mediante la práctica de Mindfulness es un buen comienzo que de seguro notarás a las pocas semanas de entrenamiento porque es una práctica simple y muy agradecida.  Como dice Jon Kabat-Zinn: “Practíca cada día como si la vida te fuera en ello, porque la verdad es que la vida te va en ello.” No solamente esta práctica u otro tipo de meditación es aconsejable, también procede mover el cuerpo bailando, practicando yoga, corriendo, haciendo cualquier deporte y ejercitar la mente mediante buenas lecturas, buena música y buen cine. Sin olvidarnos de un trabajo consciente con nuestras neuras (léase: nuestra sombra, nuestras neurosis y todo aquello que creemos que somos sin haberlo contrastado) Y todo ello en el marco de las relaciones, que es donde se comprueba si de verdad estamos trabajando.  Hace poco, el historiador y escritor Yuval Noah Harari  afirmaba que la mejor inversión que podemos hacer hoy en día es en inteligencia emocional y en equilibrio mental. Un lúcido consejo del autor de “Sapiens” tras observar a la velocidad que se están desarrollando los acontecimientos actualmente. Dos destrezas a las que contribuye la práctica contemplativa y un proceso biopsicointegrativo, que debemos entrenar y aprovechar que la vida nos lo pone en el camino.    Parafraseando al maestro Gurdjieff: “Uno de los mejores medios para despertar el deseo de trabajar sobre sí mismo es darse cuenta que usted puede morir en cualquier momento.”

Despiertos no somos tan vulnerables y nuestra capacidad de decisión es mucho más eficaz. Por favor, salta de la olla y deja esta secuencia de imágenes para las películas de ciencia ficción.